¿Qué nos pasa en Navidad?

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Es probable que muchos de nosotros ya nos estemos agobiando por la llegada de éstas fechas y queramos que pasen lo más rápido posible. Generalmente lo primero que se nos viene a la cabeza son las personas que ya no están con nosotros, con las cuales festejábamos estas fechas, quizá también la pérdida de un empleo o el cambiarnos de casa. ¡Son tantas cosas!

Síndrome de la silla vacía

Es muy frecuente, y es una parte del proceso de duelo que experimentamos al perder a un ser querido cercano, pero de nosotros depende  pasar este duelo con la mejor actitud posible. Quedarnos solos, aislarnos, no nos ayudará. Y lo sabes bien. Te proponemos que cojas estos momentos como una oportunidad: oportunidad para seguir creciendo e ilusionarte, para salir a la calle a ayudar a los demás. Esto te va a fortalecer. No sabes la de cosas que puedes descubrir en ti y en la vida. Piensa en esa persona que ya no está como si estuviera viéndote. Feliz porque estas avanzando, creciendo y disfrutando. Todo esa energía o cúmulo de actitudes lindas puedes mandárselas a ella, o al recuerdo que tienes de ella.

Otros tips que te pueden ayudar son:

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  • Haz una lista de agradecimiento (por todo lo que has logrado y las personas que tienes a tu lado, por tu salud...)

  • Fortalece las redes sociales (con esto no solo me refiero al facebook, que bueno también ayuda a reencontrarse con gente que pensabas que no volverías a ver, y eso es una oportunidad si la sabemos aprovechar, ¿verdad?). También puede ser una oportunidad para quedar con aquellos compañeros de curros pasados o de estudio.

  • Ayuda a otros. Aprovecha los voluntariados, por ejemplo. Piensa en aquella gente que te necesita o a quien le puedes ayudar.

Hay muchos más motivos que nos pueden estar influyendo en estas fechas. Conociéndolos es más fácil buscar estrategias y abordarlas, algunas son:

 

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  • Estrés situacional

Que no solo es Navidad, tenemos para largo. Navidad, Fin de Año y Reyes…  A ver cómo nos organizamos con la serie de regalos, con quienes vamos a cenar, dónde festejamos la Navidad y el año Nuevo, con tus padres, con los míos. Y la dieta, y que me pongo… ¡¡Madre mía!! Te fijas la cantidad de decisiones que tenemos que ir tomando desde ya.

  • Estrés por saturación

Durante todo éste tiempo  se alteran los ritmos y rutinas habituales, viniendo con ello: los excesos en consumo de alcohol y comida, cansancio acumulado por la falta de horas de sueño y con un nivel de socialización por encima de lo normal para nosotros.

  • Sobreexposición por inundación de estímulos

La Navidad destaca por el bombardeo constante de mensajes por todos los frentes. Esto puede fomentarnos la necesidad de adaptarnos  al medio ante la vivencia de falta de alternativas, estimulando la acomodación, la dificultad para ser asertivos, así como la aparición de estados ansiosos y depresivos derivados del estrés percibido.

  • Evitación del estigma social, miedo a ser considerado un “inadaptado”

Una de nuestras características principales como seres humanos es nuestra sociabilización. En este sentido tendemos  a adaptarnos al medio para cumplir el rol que se espera de nosotros.

 

Haciendo balance

Diciembre, fin de año y la llegada de un nuevo año marcan la costumbre de reflexionar sobre los éxitos y fracasos alcanzados como medidor del propio funcionamiento y la tendencia a comprometerse con nuevas metas a partir de enero, que en muchos casos vuelven a ser boicoteadas al regresar a la rutina. Evaluarnos puede generar bienestar y reconocimiento, pero también frustración y sensación de incompetencia, propios de los estados ansioso-depresivos. 

Otra de las cosas que a veces nos preocupa, es cuando no tenemos pareja en Navidad. Vemos a nuestros amigos, hermanos, compañeros de trabajo, y en ésos momentos nos parece que todos tienen pareja menos nosotros, y nos sentimos de nuevo tristes y frustrados. ¿Por qué no vemos también las ventajas que tenemos? El no tener compromisos también te hará sentir independiente, no tendrás que darle explicaciones a nadie, ni discutir o quebrarte la cabeza pensando en qué regalo maravilloso podrás encontrarle.   

 

El estrés y la ansiedad aumentan en Navidad

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Sorprende que un 52% de las personas encuestadas dicen manifiestar un aumento generalizado del estrés y la ansiedad en los días previos a la Navidad, que contrasta con el 44% del dato del año anterior. Algunos de los motivos que provocan ansiedad son "el cansancio y el bullicio generalizado” (51%) o “la acumulación de actividades y pasar demasiado tiempo con la familia” (52%). 

Otros motivos que incrementan la ansiedad son "las compras”, “las expectativas no cumplidas”, “las discusiones”, “la falta de ejercicio” y “los excesos en comida y bebida". Sin embargo, la situación económica (78%) y el exceso en gastos (69%) son las situaciones que más malestar generan.

Por su parte, las mujeres trabajadoras sufren un desbordamiento mucho mayor, ya que a los problemas derivados del trabajo se une, en muchos casos, la responsabilidad de la casa o los niños. Y es que, el estrés laboral, que también afecta a los hombres, aumenta en Navidad debido a la necesidad de dejar todo resuelto antes de fin de año.

Ante ello, los especialistas apuestan por calcular un presupuesto realista de ingresos y gastos, evitar el exceso en regalos, comprar regalos preferentemente a los niños y optimizar las compras. Para paliar los síntomas físicos se recomienda buscar la moderación y el equilibrio, dormir suficientemente, hacer ejercicio o practicar relajación.

También es importante luchar contra el exceso de compromisos sociales (cenas de empresa, con amigos o con la familia), ajustando las expectativas, relativizando y priorizando los compromisos. Otros consejos que podrían aplicarse son aprender a decir “no”, huir del perfeccionismo, planificar actividades de distracción y dedicar tiempo al descanso y reservarse espacios propios.

Si continuamente estamos pensando en lo que vamos a regalar, lo que nos regalarán, en los compromisos sociales y familiares, las comidas, turrones, cavas y los consabidos cocktails de gambas (que son el clásico del estereotipo navideño), el paraíso de Santa Klaus puede convertirse en el infierno de Dante. Podemos sin embargo dejar a un lado tanto el ideal de felicidad, como el agobio preconcebido, y centrarnos en tomar lo positivo, aprovechar para reencontrarnos con viejos amigos, quizá conocer nuevos, o simplemente darnos una merecida fiesta (o juerga, que va en gustos) por todo lo que hayamos esforzado (o no, eso da igual) en el año que termina.

En resumen, que este "no vivir" de compromisos sociales, fiestas, bacanales de comida y alcohol y por supuesto alegría sin límite, nos llega a alterar fisiológica y psicológicamente, y que después de éstas fechas, por lo general, volvemos a la aburrida y monótona “normalidad”, que puede ser mucho más satisfactoria que la muchas veces artificial orgía de felicidad navideña.

Por Karemi Rodríguez Batista

Fuentes:

    

Karemi Rodríguez Batista