Factores que intervienen en la atracción interpersonal
Seguramente te habrás planteado alguna vez cuántos amigos verdaderos tienes, a cuántas personas eres capaz de querer realmente, por qué hoy te gusta una persona y mañana hasta sientes que la odias. Te suena, ¿verdad? En el siguiente artículo hablaremos de esos factores que intervienen en primera instancia a la hora de sentirnos atraídos por los demás y que, seguramente, responderán a algunas de estas preguntas.
Introducción
Aunque el artículo se centra en aquellos factores que intervienen en la atracción interpersonal, nos gustaría hacer una reflexión sobre el vínculo, ya que tiene relación y da cuenta de la importancia de sentirnos queridos, aceptados y formando parte de “algo”. El siguiente vídeo, resultado de una investigación del Dr. Tronick, nos ilustra claramente la importancia de “la mirada del otro” en nuestra psique desde que somos tan pequeñitos.
¿Qué te ha parecido? Queda claro que somos seres emocionales y sociales y que necesitamos del otro. De aquí la importancia de adentrarnos en aquellos factores que son fundamentales a la hora de sentirnos atraídos por alguien, amigos o pareja. Así que sin más dilación, veamos qué nos dicen los estudios sobre éstos factores.
Aspectos diferentes
La atracción es un fenómeno basado en la acción de traer hacia uno mismo a alguien que, debido a una serie de factores culturales, psicológicos y biológicos, resulta de su propio agrado. Los motivos del agrado varían en función de diferentes matices, e incluso los niveles de amor tienen sus variaciones. En la antigua Grecia, por ejemplo, al amor de amigos lo llamaban “phileos”, al amor sexual, “eros”, y al amor desinteresado, altruista o platónico, “ágape”.
Definir el amor o la atracción puede llegar a ser muy complicado, más aún si quisiéramos medir la cantidad de ese amor o atracción. La forma más precisa de hacerlo es preguntando directamente a la persona o personas implicadas. Desde la psicología social se ha intentado promulgar alguna teoría explicativa sobre la atracción entre las personas. Una de las teorías representativas es la que basa la atracción en las gratificaciones que una persona obtiene de otra, es decir, nos atraen las personas cuya conducta nos gratifica de alguna manera, o también aquellas personas que asociamos a los acontecimientos que son gratificantes para nosotros. Normalmente esta clase de gratificación suele conllevar una reprocidad equilibrada, que lo que recibimos en una relación sea directamente proporcional a lo que damos.
Es muy importante que los miembros que intervienen en una relación de atracción o amor perciban que las contribuciones mutuas sean de esa manera, equilibradas, que los costes-beneficios estén compensados. Y para ello, es muy importante que desde el principio podamos expresar qué es lo que entendemos como demostración de cariño, qué nos disgusta, qué esperamos y, muy importante, saber lo mismo de la otra persona. Sólo así empezamos a establecer un lenguaje común dónde las “lecturas de mente e intenciones” sean mínimas.
Fíjate, en las relaciones que son de amistad, la equidad está presente continuamente: “Yo te invito a las cañas (chelitas) hoy, y tú mañana”. Pero en las relaciones de pareja, normalmente, esta relación de equidad es más bien a largo plazo, puede haber periodos largos recibiendo poco y entregando mucho.
Características más valoradas
Actualmente encontramos bastante bibliografía científica respecto a las variables implicadas, Sin embargo, quisiéramos resumirte los puntos más importantes encontrados en una investigación reciente y, sobre todo, muy completa. Esta investigación fue realizada por la Profesora Titular de la Universidad de Valencia, Gemma Pons-Salvador y la Licenciada en Psicología y Especialista en Sexología, Carolina Muñoz Martínez. En ella vemos cómo en un primer momento es el atractivo físico el que juega un papel fundamental, esto es porque se le relaciona con la idea de reproducirse con una persona saludable. La información principal la obtenemos a partir de la simetría del cuerpo y especialmente de la cara (Guillén-Salazar y Pons-Salvador, 2002). Pero, este atractivo físico es modulado por la cultura, hay rasgos predominantes según el modelo de belleza social imperante. Basta que pensemos en lo que en nuestra sociedad es ese modelo. ¿A qué no es el mismo de los años 60, por ejemplo? Seguramente una chica delgada en aquellos momentos sería famélica y por tanto no atractiva físicamente, también podemos irnos a Nigeria, donde las mujeres acuden a centros de obesidad para poder ganar kilos antes de casarse, ya que esto indica un estatus elevado.
En términos generales, las características más valoradas según el anterior estudio fueron: un aspecto saludable, con valores socialmente aceptados, con personalidad adaptada a la vida en pareja y con un nivel cultural similar al suyo. Eso sí, con ligeras variaciones. Los sujetos sin pareja estable dan más importancia al atractivo físico y a la belleza, y los sujetos que se perciben como muy atractivos valoran más el atractivo físico de los otros.
Variables implicadas
La atracción a un nivel más general, por otro lado, tiene más en cuenta factores como la proximidad, la semejanza, la reciprocidad, otras características socialmente valoradas, y aunque en menor grado, las características físicas, que veremos a continuación con más detalle.
Características físicas
Las características físicas de las personas que percibimos son especialmente importantes en los primeros encuentros, o cuando el primer contacto es superficial. Cuando nos encontramos con desconocidos, el primer proceso que ocurre consiste en decidir si dicha persona tiene o no algún interés para nosotros. Si no lo tiene, será ignorada. Es el proceso de ignorancia cognitiva.
Algunas explicaciones de porqué resulta atractivo un físico agradable son:
a) Que tendemos a inferir que hay características o cualidades asociadas en la personalidad y con cierta consistencia, por ejemplo "Lo que es bello, es bueno". Este fenómeno es explicado por Asch en su trabajo sobre las Teorías Implícitas de la Personalidad (TIP). A veces, lo atractivo va asociado a características negativas por ejemplo que las mujeres muy atractivas son vanidosas y materialistas.
b) El Efecto Halo, nombre acuñado por el psicólogo estadounidense Edward Lee Thorndike, nos explica el sesgo cognitivo por el cual la percepción de un rasgo particular es influida por la percepción de rasgos anteriores en una secuencia de interpretaciones. Así, si nos gusta una persona tendemos a calificarle con características favorables aunque no contemos con mucha información sobre esa persona.
c) Que cuando nos asociamos con una persona atractiva, nuestra imagen pública sale favorecida.
Proximidad
Esto nos suena mucho a "ojos que no ven, corazón que no siente", o aquello de “dicen la distancia es el olvido…” Y es que tiene su lógica. Hay elementos que, de entrada, nos favorecen el encuentro con personas con las cuáles tengamos más afinidad, estos son los factores sociales e institucionales y las características personales que tengamos cada uno. Es decir, será muy probable que dos personas amantes de la pintura coincidamos en un museo.
Algunas de las formas en que influye esa proximidad física en la atracción son:
a) En que generalmente son más accesibles las personas que tenemos más cerca físicamente
b) En que tratar con extraños, según nos dicta nuestra sociedad, puede ser inadecuado, o incluso peligroso.
c) En que la proximidad puede incrementar la familiaridad y, ésta a su vez, puede aumentar la atracción. Este efecto se conoce como “principio de familiaridad” en psicología social y fue denominado por Zajón como "efecto de la mera exposición": La percepción de forma repetida de un estímulo que inicialmente es neutro o positivo (no negativo), lleva a una mayor atracción hacia el estímulo.
No siempre la proximidad influye positivamente en la atracción (el efecto de la mera exposición, no se da si el estímulo es negativo).
Semejanza
Es muy frecuente que a más semejanza con las personas, mayor atracción. Nos sentiremos más atraídos entre sí, si hay similitud en cuanto a procedencia étnica, geográfica, religión, nivel cultural, clase social y edad, tienden a sentirse atraídos entre sí.
La psicología social ha puesto mucho foco a dos de sus dimensiones: la semejanza actitudinal, y la semejanza de personalidad. En cuanto a la primera, Theodore Newcom mostró en uno de sus principales trabajos, el importante impacto que el hecho de tener actitudes semejantes tenía sobre la atracción. La teoría de consistencia cognitiva explica que ser semejantes a alguien y no sentirse atraído por esa persona es una relación de desequilibrio, teniendo en cuenta que solo hay equilibrio si alguien es semejante y nos gusta, o cuando es distinto y no nos gusta. Hay excepciones, por ejemplo, cuando otra persona es semejante pero tiene alguna característica negativa adicional o es de status inferior, o cuando la diferencia es más reforzante que la semejanza, como cuando nos relacionamos con personas de actitud diferente ya que tenemos en mente aprender cosas nuevas.
En cuanto a la segunda, los resultados son menos consistentes por el carácter poco visible de la característica de personalidad en cuestión. Sin embargo, por regla general, cuando la dimensión de personalidad se manifiesta con claridad, la semejanza produce mayor atracción que la diferencia, al menos en el caso de las siguientes características: la orientación o rol sexual, conducta tipo A, depresión, búsqueda de sensaciones y estilo cognitivo.
Reciprocidad
Para éste factor, la interacción es fundamental. El mero hecho de que se presente la reciprocidad será determinante para el desarrollo de las relaciones.
Seguramente te habrá pasado, cuando una mujer (u hombre) te responde de manera positiva, tiendes a sentirse atraído hacia esa persona. (No es exclusivo de las relaciones románticas, también aparece en la amistas y en relaciones profesionales). Otro ejemplo, puede ser cuando se nos informa que le “caemos bien o mal” a alguien, al momento de encontrarnos con ese alguien influirá lo que nos han dicho, seremos más afectuosos o distantes, según el caso. Entonces, nuestro comportamiento influiría y terminaríamos gustándole o no a ese extraño.
Esto se puede explicar, por mecanismos de refuerzo: el que alguien tenga una mala imagen de nosotros, no es recompensaste, o por las teorías de consistencia cognitiva: que yo le caiga bien a alguien y que ese alguien me caiga mal a mí, es una situación de desequilibrio.
Otras características personales socialmente valoradas
En un estudio realizado en 1968 a 100 estudiantes de universidad en el cual se tenía que valorar de 555 rasgos los 5 más valorados, Anderson encontró que los cinco rasgos más valorados eran ser sincero, honesto, comprensivo, leal y digno de confianza, y los menos eran el ser falso, mezquino, cruel y deshonesto.
Otros estudios como el de Lydon y colaboradores en 1988 han mostrado que los rasgos más valorados en las personas se agrupan en dos conjuntos: a) afecto (p. e., afectuoso, amigable, feliz y considerado), señales no verbales (p. e., sonreír, mirar con atención, expresar emociones), disposiciones actitudinales (p. e., mostrar agrado por las personas), y b) Competencia, que comprende habilidades sociales e inteligencia (p. e., tener una conversación interesante, etc.).
De nuevo, estos estudios nos proporcionan datos interesantes pero siempre habrá que contextualizarlos al individuo en particular. Incluso los factores relacionados con los aspectos más relativos a rasgos de personalidad deseados deberán de tener en cuenta, por ejemplo, la época, la cultura, los valores predominantes en la familia, el estilo de relación que hayamos vivido con nuestros padres, etc. Sin embargo, sí que nos dan una idea clara de por dónde ir, y el porqué es tan importante a la hora de elegir una pareja el tener intereses y actitudes semejantes, antecedentes educativos y culturas afines, actitudes similares respecto a la vida sexual, etc.
Espero que os haya resultado de interés y que si queréis profundizar un poquito más, deis un vistazo a los enlaces que os llevaran a los estudios originales.
Por Karemi Rodríguez Batista para Psyciencia
Referencias:
Anderson, N. (1968). Likableness ratings of 555 personality-trait words. Journal of Personality and Social Psychology, 9(3), 272-279. doi:http://dx.doi.org/10.1037/h0025907
Cherry, K. (2014). What is the halo effect? Recuperado de http://psychology.about.com/od/socialpsychology/f/halo-effect.htm
Guillén-Salazar, F., y Pons-Salvador, G. (2002). El origen evolutivo del comportamiento sexual humano: Una aproximación desde el campo de la psicología evolucionista. Revista de Psicología General y Aplicada, 55(2), 187-202.
Muñoz Martínez, C. y Pons-Salvador, G. (2012). La percepción de la atracción interpersonal: Un estudio sobre las características personales que resultan más atractivas. Informació Psicològica, (103), 62-72.
Newcomb, T. M. (1961). The acquaintance process. New York: Holt, Rinehart and Winston.
Pablo Briñol, B., Sierra, C., Falces, A., Becerra y Froufe, M. (2000). La eficacia relativa del efecto de mera exposición y del condicionamiento clásico en la formación de preferencias. Psicothema, 12(4), 586-593.
Psicología Online. (2015). Factores que influyen en la atracción . Recuperado de http://www.psicologia-online.com/pir/factores-que-influyen-en-la-atraccion.html
Lydon, J., Zanna, M.P., y Ross, M. (1988). Bolstering attitudes by autobiographical recall: Attitude persistence and selective Memory. Personality and Social Psychology Bulletin, 1, 78-87.